LA VERDAD SOBRE EL ENAMORAMIENTO

La futilidad del enamoramiento queda evidente en cuanto nos demos cuenta de que no precisa del conocimiento íntimo de la otra persona. O sea, uno se puede enamorar de una figura, de una manera de hablar, de una manera de expresarse, de una manera de ser, de una manera de cantar, de una manera de bailar. Y también de todas esas cosas en conjunto. Pero eso no es amor, porque el amor implica conocimiento del otro.

El amor está sujeto con tornillos; el enamoramiento, con alfileres

Mucho se ha hablado del enamoramiento, en particular para distinguirlo del amor. En esto prácticamente todos los expertos han coincidido: estar enamorado no es lo mismo que sentir amor.

Para evitar confusiones y dejar desde el principio aclarado el tenor de esta nota, precisemos que el enamoramiento no tiene una base real porque es un fenómeno impredecible y aleatorio que surge en razón de que a través de nuestra existencia vamos creando inconscientemente gustos sobre un ideal de persona que con el tiempo se va haciendo más sólido.

Cuando finalmente esa acumulación de gustos se percibe en una determinada persona se produce en el enamorado un indescriptible impacto emocional de felicidad, al punto de provocar notables cambios fisiológicos en su organismo.

Aparece, entonces, un intenso deseo de intimidad con esa persona, de tenerla cerca, sea para tocarla, abrazarla o tener sexo con ella, de un intenso deseo de reciprocidad, es decir que esa persona sienta lo mismo que nosotros, lo que genera a su vez un intenso temor al rechazo.

A esto se le agrega una pérdida de concentración en las tareas cotidianas en razón de los frecuentes e incontrolados pensamientos sobre esa persona.

También se produce ante su presencia, real o imaginaria, una fuerte activación fisiológica que involucra nerviosismo, aceleración cardíaca, etc.

Surge, asimismo, una hipersensibilidad ante los deseos y necesidades de esa persona que impulsa a satisfacérselos.

Quizás lo más llamativo del enamoramiento es una superidealización del otro, percibiendo solamente sus características positivas.

¿Pero acaso el enamoramiento no tiene ningún valor? La respuesta obvia es que sí tendría valor si perdurara, lo que en la inmensa mayoría de los casos no sucede porque en cuanto varíen las características de la persona por las cuales nos enamoramos, el enamoramiento se acaba siguiéndole una penosa sensación de frustración.

¿Cuándo se acaba el enamoramiento? El enamoramiento se acaba si cuando nos enamoramos de una silueta, esa silueta cambió. Si cuando nos enamoramos del cabello, la persona objeto de nuestros desvelos se quedó calva, y así por el estilo.

Son infinitas las causas por las cuales nos enamoramos y lo concreto es que si esas causas cambian, el enamoramiento concluye.

Esto no significa necesariamente que después nos quedemos sin nada, porque podemos haber llegado a amar a esa persona de la cual al principio solo nos enamoramos.

En este sentido se ha dicho, no sin razón, que el amor comienza cuando el enamoramiento acaba (Erich Fromm).

Quizás se podría decir, con más propiedad, que para saber si uno ama a la persona de quien se enamoró, primero tiene que dejar de estar enamorado de ella.

Uno de los mayores problemas que trae el enamoramiento es que solo en muy pocos casos es recíproco. Casi siempre nos enamoramos de alguien que no nos quiere ver ni siquiera pintado.

Probablemente una de las más grandes frustraciones que puede padecer un ser humano es el enamoramiento no correspondido.

Es difícil comprender, cuando uno no sabe la verdad sobre el enamoramiento, el por qué esa persona no siente por nosotros lo mismo que nosotros sentimos por ella.

Claro está que el enamoramiento puede ser recíproco y muy duradero si las causas que lo produjeron continúan en el tiempo. Pero lamentablemente una circunstancia así aparece pocas veces.

¿Cómo se combate el enamoramiento? La única forma es sabiendo que si de pronto alguien, a quien no conocemos en profundidad, nos encandila, allí puede haber una trampa para nuestros sentidos, y que esto no tiene nada que ver con el amor porque el amor implica conocimiento y no se puede amar lo que no se conoce.

También hay que saber que el enamoramiento se va con la misma rapidez con la que llega dejando graves secuelas de dolor y frustración muy difíciles de superar.

En conclusión, como el enamoramiento nos obnubila la razón, el hecho de saber sus verdaderas causas nos da la mejor arma para enfrentarlo, porque la realidad es que es pan para hoy y hambre para mañana.

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