Muchos de los estados actuales se autodenominan "democracias": gobierno en el que el pueblo es soberano.
Sin embargo, la soberanía del pueblo se limita a marcar, cada pocos años, una cruz en una papeleta, señalando unos nombres de entre otros, que le son propuestos. Nos han hecho creer que la democracia es ese simple gesto.
Nuestro sistema, NO ES UNA DEMOCRACIA. Es un sistema social de jerarquía global, sostenido por una minoría para dominar a una mayoría.
En esta jerarquía, unos pocos, situados en la cima de la Pirámide del Poder, imponen sus leyes. Se arrogan unos derechos que nos han usurpado a todos los demás. Son los grandes capos de la banca y la industria. Han acaparado más dinero que nadie, y a través de él ejercen el control sobre seres humanos y recursos.
Se valen de los gobiernos ("democráticos" o "dictatoriales", de "derechas" o de "izquierdas"), que les sirven, y con quiénes comparten porciones del poder. Los gobiernos son los asalariados directos de la gran banca y la industria multinacional.
Las autoridades son un artificio pensado para responder a necesidades creadas artificialmente: seguridad y protección. Son una herramienta de usurpación del poder por parte de las multinacionales. Son el biombo tras el cual la industria mueve los hilos.
Por debajo de los gobiernos, las instituciones se disputan las porciones de poder que les son concedidas.
Leyes políticas nos comprometen en guerras que nosotros no deseamos. Establecen alianzas o apoyan embargos a otras naciones, sin tenernos en cuenta.
Leyes legislativas nos imponen leyes para controlarnos y pagan a jueces para condenarnos.
Leyes sanitarias nos niegan el poder de decidir los tratamientos que queremos para mantener nuestra salud. Nos intoxican con las vacunaciones a las que nos obligan a someternos; nos mutilan con supuestas cirugías preventivas y nos envenenan y exterminan con pseudo-medicamentos.
Leyes educacionales nos educan para que seamos sumisos, para que tengamos miedo. Nos inculcan la creencia de la desigualdad, que es la base sobre la que han conseguido sus privilegios. Controlan la investigación científica a partir del dinero que aportan en subvenciones, y no tienen empacho en censurar o falsificar los resultados según su conveniencia.
Leyes policiales instalan sistemas electrónicos para vigilarnos (inculcándonos la creencia de que es para nuestra seguridad y protección). Pagan a policías para detenernos.
Leyes mediáticas controlan los medios de comunicación más importantes, y a través de los mismos crean una falsa realidad que actúa como cortina de humo para que no podamos ser conscientes de sus manipulaciones.
Para llevar a cabo su agenda de control, la Cima del Poder lleva adelante su Plan Secreto. Pero aunque el plan sea secreto podemos ver sus resultados.
Aunque a fuerza de repetírnoslo, hemos acabado creyendo que no tenemos ningún poder para cambiar nada. Pero somos nosotros quiénes pagamos el salario de nuestras autoridades. Nosotros, quiénes hemos depositado nuestra autoridad individual en manos ajenas, y hemos permitido el desarrollo y mantenimiento de los gobiernos que tenemos. Tienen la autoridad que nosotros queremos darles.
http://mancorymasalla.blogspot.com.es/2012/10/es-hora-de-actuar.html
Sin embargo, la soberanía del pueblo se limita a marcar, cada pocos años, una cruz en una papeleta, señalando unos nombres de entre otros, que le son propuestos. Nos han hecho creer que la democracia es ese simple gesto.
Nuestro sistema, NO ES UNA DEMOCRACIA. Es un sistema social de jerarquía global, sostenido por una minoría para dominar a una mayoría.
En esta jerarquía, unos pocos, situados en la cima de la Pirámide del Poder, imponen sus leyes. Se arrogan unos derechos que nos han usurpado a todos los demás. Son los grandes capos de la banca y la industria. Han acaparado más dinero que nadie, y a través de él ejercen el control sobre seres humanos y recursos.
Se valen de los gobiernos ("democráticos" o "dictatoriales", de "derechas" o de "izquierdas"), que les sirven, y con quiénes comparten porciones del poder. Los gobiernos son los asalariados directos de la gran banca y la industria multinacional.
Las autoridades son un artificio pensado para responder a necesidades creadas artificialmente: seguridad y protección. Son una herramienta de usurpación del poder por parte de las multinacionales. Son el biombo tras el cual la industria mueve los hilos.
Por debajo de los gobiernos, las instituciones se disputan las porciones de poder que les son concedidas.
Leyes políticas nos comprometen en guerras que nosotros no deseamos. Establecen alianzas o apoyan embargos a otras naciones, sin tenernos en cuenta.
Leyes legislativas nos imponen leyes para controlarnos y pagan a jueces para condenarnos.
Leyes sanitarias nos niegan el poder de decidir los tratamientos que queremos para mantener nuestra salud. Nos intoxican con las vacunaciones a las que nos obligan a someternos; nos mutilan con supuestas cirugías preventivas y nos envenenan y exterminan con pseudo-medicamentos.
Leyes educacionales nos educan para que seamos sumisos, para que tengamos miedo. Nos inculcan la creencia de la desigualdad, que es la base sobre la que han conseguido sus privilegios. Controlan la investigación científica a partir del dinero que aportan en subvenciones, y no tienen empacho en censurar o falsificar los resultados según su conveniencia.
Leyes policiales instalan sistemas electrónicos para vigilarnos (inculcándonos la creencia de que es para nuestra seguridad y protección). Pagan a policías para detenernos.
Leyes mediáticas controlan los medios de comunicación más importantes, y a través de los mismos crean una falsa realidad que actúa como cortina de humo para que no podamos ser conscientes de sus manipulaciones.
Para llevar a cabo su agenda de control, la Cima del Poder lleva adelante su Plan Secreto. Pero aunque el plan sea secreto podemos ver sus resultados.
Aunque a fuerza de repetírnoslo, hemos acabado creyendo que no tenemos ningún poder para cambiar nada. Pero somos nosotros quiénes pagamos el salario de nuestras autoridades. Nosotros, quiénes hemos depositado nuestra autoridad individual en manos ajenas, y hemos permitido el desarrollo y mantenimiento de los gobiernos que tenemos. Tienen la autoridad que nosotros queremos darles.
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