El nombre Satanás -o Satán- deriva del latín Satāna, y éste a su vez del arameo הַשָּׂטָן, ha-shatán, «adversario, enemigo, acusador». La palabra Adverso es sinónimo de opuesto, es decir que Satán y lo satánico sería todo lo que se opone. La pregunta siguiente que nos podemos realizar es, ¿lo que se opone a qué?.
Una respuesta sencilla sería la que argumenta que lo satánico es todo lo que se opone al bien, es decir, lo opuesto al bien: el mal. Pero, ¿qué es lo mal y qué es el bien? dualidad bien y mal son uno
Todos tenemos adversarios en la vida, opuestos que nos hacen difícil la tarea, ya sea la de ser hijos, padres, amigos, hermanos, profesionales, en fin, en todo lo que hacemos y queremos hacer está presente una cuota de oposición que nos restringe. Solemos decir que la vida es imperfecta precisamente porque no todo sale como quisiéramos, porque nos enfermamos, porque no tenemos la riqueza que quisiéramos porque siempre necesitamos algo y la necesidad no es un estado confortable para nadie por ello, mientras haya necesidad sentiremos insuficiencia y vulnerabilidad lo que representa una clara oposición para alcanzar el estado de plenitud y gozo que todos quisiéramos.
Satán sería la identidad del mal, de todo lo que se opone a nuestro propósito de alcanzar la plenitud y el gozo. Las Escrituras Sagradas lo mencionan como a un sujeto, como un Ángel Caído del Cielo, otras, sin embargo, como a un “espía de Dios” que viene a “complicarnos la vida” no por “malvado” sino cumpliendo un propósito Divino, en fin, sea como fuere, suponer que la oposición que encontramos en esta vida hacia todo intento de alcanzar plenitud y gozo es resultado de la intervención de un sujeto es poco más que infantil y suena más parecido a esas creencias supersticiosas de antaño.
Nada tiene de malo creer que existe Satán como un sujeto maligno que goza de ejercer el mal sobre los hombres, pero si acaso queremos prosperar en la vida y darle el sentido que esta vida tiene dentro del Plan de Vida que nos hemos trazado antes de encarnar, entonces debemos comenzar por “razonar lo obvio”, por resetear todas esas ideas y creencias supersticiosas.
La adversidad, la oposición está presente no solo en la vida del ser humano sino que lo está en la vida en general. Miremos alrededor nuestro, los pájaros encuentran oposición y adversidad, los perros, los gatos; si observamos la vida salvaje tendremos una visión más clara de la oposición que cada animal encuentra en su andar por estos suelos. El León, cuando mata al Ñu. ¿es el “mal” encarnado, es un asesino? ¿los depredadores y carroñeros son inducidos por Satán? Miremos nuestra vida y comparémosla con la vida de los monos, de los leones, de los elefantes, de los caballos… ¿existen coincidencias? claro que sí! y muchas. Mucho de lo que nos pasa, de lo “malo” que nos pasa, es común a esos animales, encontramos las mismas adversidades, o parecidas. Luchamos por la supervivencia, por el territorio y los alimentos que de él se obtienen, competimos por el sexo, luchamos por conseguir un lugar en la jerarquía social (la manada) y en el intento de alcanzar estos tres objetivos encontramos oposición.
La oposición que encontramos es “la fuerza del mal”, es el enemigo que nos impide avanzar hacia nuestro objetivo. Pero esa fuerza opositora no es el mal en sí misma pues nosotros somos oposición de otros, nosotros encarnamos la adversidad para otras personas y seres vivos y eso no nos hace satánicos. No son el enemigo aquellos que se oponen a nuestro andar hacia la plenitud y el gozo, eso no los convierte en satánicos.
El mal y el bien, estas dos fuerzas convergentes en esta realidad, el Alfa y el Omega, la Luz y la Oscuridad, son el padre y la madre de la vida en este mundo, son los progenitores de esta realidad dimensional. Ambas fuerzas, además, son parte de la misma Consciencia Absoluta y Única que llamamos Dios. Satán y lo satánico es la representación de la fuerza del mal, de la oscuridad, del Omega, es decir, de la fuerza que se opone al Alfa, a la Luz. Considerando al Alfa como el Núcleo de la Consciencia Única Dios, la cual ejerce una fuerza de atracción hacia sí misma, lo que llamamos Evolución, el Omega, la Oscuridad sería la fuerza centrífuga que nos aleja de ese núcleo, lo que llamamos Involución.
Todo lo que se opone a la fuerza evolutiva que nos atrae hacia Alfa (Dios) es considerado como el “mal”, es lo que nos detiene, lo que nos corrompe, lo que nos aferra al suelo y nos impide elevarnos. Pero todo eso que representa la oposición no es malo en sí mismo sino que cumple su rol natural del mismo modo que lo hace el depredador cuando mata para alimentarse, no ha sido el depredador el que ha decidido serlo sino que responde a su naturaleza y, en tal caso, el “asesino” es el que creo a los depredadores… ¿La naturaleza animal es una naturaleza asesina dado que resuelve la vida de unos matando a otros? Todo animal se aferra a la vida siguiendo un patrón fundamental de obediencia a su naturaleza y a la decisión de quien lo creó y lo puso en el escenario para que desarrolle un rol. Si no temiéramos a la muerte no tendríamos tanto interés por la vida, si no doliera el hambre no pondríamos tanto interés en alimentarnos, etc.
Nuestro juicio acerca de qué es lo bueno y de qué es lo malo es sumamente subjetivo y relativo a la circunstancia, lo que es bueno en un momento puede ser lo malo en otro momento. Lo bueno y lo malo es solamente una idea en nuestra mente, es una conclusión a la que llegamos de acuerdo a nuestra capacidad para discernir lo que nos pasa y por qué nos pasa lo que nos pasa. Como el niño caprichoso que quiere ese juguete que su padre no le compra y por ello ve en el padre la oposición de su deseo y se enoja y lo agrede y destruye cuanto puede, así actuamos aún de adultos, culpando de maléfico, de satánico todo aquello que se opone a nuestro capricho.
Existe el mal cuando existe deseo de tener o de Ser, entonces el mal surge como la oposición a ese deseo y de ambas fuerzas encontradas surge la lucha, la adversidad. Cuando cesamos el deseo y liberamos la tensión que éste genera, cesa la oposición y el mal se diluye y comprendemos allí que el mal no existe como tal sino solo como la otra cara de la fuerza que ejercemos al desear. El “mal” es la resistencia que encuentra el que corre y advierte que a mayor velocidad mayor es la resistencia del aire… ¿Es que el aire se está moviendo en la dirección contraria oponiéndose a nuestro avance? No, claro que no, la densidad del aire surge de nuestro movimiento al correr y cuanto más rápido corremos más denso se hace el aire y más se “opone” a nuestro avance.
El mal no existe en sí mismo, es simplemente un efecto natural de esta dualidad, es un reflejo opuesto que sirve a los fines de contrastar cada acción para darle cualidad y dimensión. Satán, los Ángeles Caídos, etc. fabulas, parábolas, ilustraciones de una realidad que el hombre no era capaz de comprender aún y por ello nos fue revelada en forma de cuentos, de historias para que comprendamos el concepto. Del mismo modo que a un niño lo induces a un buen comportamiento no explicándole directamente el por qué sino persuadiéndolo y a veces utilizando el miedo y la amenaza.
Del mismo modo que un padre induce a su hijo pequeño al buen comportamiento persuadiéndolo a través de la amenaza de un castigo o a través de un premio, así también nosotros en nuestro desarrollo hemos sido persuadidos e inducidos al “buen comportamiento” a ese comportamiento que favorece el propósito de esta vida, de la vida de cada ser humano en su Plan de Evolución. El mundo es lo que debe ser porque así es como sirve al propósito por el cual es. Pero, el mundo es así y seguirá siendo así, mientras nosotros necesitemos que así sea, una vez que nosotros, dado nuestro desarrollo evolutivo, requiramos otra realidad para continuar el crecimiento, entonces el mundo tal cual es ya no será efectivo y por ello seremos conducidos a una nueva realidad, a un nuevo mundo.
En este momento, la humanidad ha alcanzado una masa crítica de sujetos que en su desarrollo evolutivo están requiriendo un nuevo escenario, un nuevo mundo. Entonces, los creadores de realidades, los “constructores” deben decidir si llevan a esa masa critica a un nuevo mundo o si crean ese nuevo mundo en este mismo planeta (por decirlo de un modo sencillo e ilustrativo). Esta decisión no nos compete, no deberíamos perder un solo segundo en tratar de entender de qué se trata y de qué depende lo que los Constructores decidan hacer. Lo que sí es nuestra competencia y en lo que debemos poner el enfoque es en decidir “de qué lado queremos estar”, del lado de la masa critica que está reclamando el mundo que le corresponde por nivel de consciencia o del lado de los que aún siguen cómodos en el mundo 3D.
Mientras sigamos jugando el juego del bien y del mal, de buenos y malos, mientras sigamos inmersos en la lucha y en la oposición, compitiendo por la supervivencia, por el sexo, por la jerarquía social, es decir, mientras sigamos siendo tan parecidos a tantos otros animales, no tendremos “derecho” a reclamar y recibir un nuevo mundo y por ende seguiremos viviendo en este mundo 3D ya sea en este planeta o en donde exista 3D. Esta es la decisión que debemos tomar hoy, estos son “los dos caminos” que se abren ante nosotros, uno es ancho y por el cual va la gran mayoría y el otro es angosto pero es el que lleva a la Vida. El que toma el camino ancho, el camino de la muerte, está muerto mientras camina, está muerto en vida pues no vive aún. El que toma el camino angosto, el de la Vida, ese es el que está naciendo de Agua y Espíritu pues es ese el Camino que lleva al Reino.
Habrá maldad siempre que haya oposición y hay oposición siempre que haya ambición y deseo, y habrá deseo y ambición siempre que haya necesidad. La necesidad es natural en nosotros, como lo es en todos los animales de este reino. Por ello, el mal no es un defecto sino el efecto de esta realidad, es parte de esta realidad, un aspecto fundamental y constitutivo. Cuando cese el deseo y la ambición cesará la lucha y desaparecerá el mal… Como esos niños peleando por el caramelo, su deseo de conseguir el caramelo, su ambición de ganar la pelea, su miedo a perder, todo ello produce la adversidad para ambos, cada uno crea y recrea la figura del enemigo del otro pero, cuando uno cede y renuncia al caramelo cesa la adversidad, se pone fin a la lucha y el mal no tiene escenario ni excusa.
Por ello, dijo el Maestro Jesús, “si te abofetean, ofrece la otra mejilla…” dicho de otro modo, no des excusa a la adversidad porque crearás un adversario, un opositor. Nosotros creamos la oposición del aire cuando corremos y cuanto más rápido más denso se hace pero al detenernos esa oposición cesa inmediatamente. Así funciona el “mal”, como un efecto residual, como un reflejo automático de nuestra acción en este mundo. Comprender el mundo es la tarea, entender cómo funciona esta realidad es el propósito por el cual encarnamos y atravesamos la experiencia en la “piel de un ser humano”.
Satán es la identidad que hemos construido del mal, del enemigo, del adversario. Satán es la cara de la adversidad, y así como necesitamos darle rostro al bien, a Dios, también necesitamos darle rostro al mal… porque nosotros mismos nos identificamos con un rostro, es nuestro lenguaje, nuestra manera de comunicarnos y relacionarnos con nosotros, con los otros y con la vida.
Vos puedes ser tu mejor aliado o tu peor enemigo, vos sos el que se opone a tu propósito de Ser, vos sos el que da entidad y poder a la necesidad y alimentas el deseo y la ambición y así construís adversidad pues luchas por lo que ambicionas y querés el caramelo tanto como lo quieren los demás. Así compones el bien y el mal pero, tan sencillo como querer es soltar, y cuando soltas la ambición y renuncias al deseo le quitas poder a la necesidad y cesa inmediatamente el poder del mal… no hay pleito, no hay enemigos, no hay opositores, no hay poder del mal y el pobre Satán tendrá que buscarse un nuevo empleo, un nuevo mundo al que ir a asustar a los niños para que tomen la sopa…
¿Existe Satán?, Satán existe tanto como existe Papa Noel… ¿Existe Papá Noel?
Saludos
Nicolás Niglia
Una respuesta sencilla sería la que argumenta que lo satánico es todo lo que se opone al bien, es decir, lo opuesto al bien: el mal. Pero, ¿qué es lo mal y qué es el bien? dualidad bien y mal son uno
Todos tenemos adversarios en la vida, opuestos que nos hacen difícil la tarea, ya sea la de ser hijos, padres, amigos, hermanos, profesionales, en fin, en todo lo que hacemos y queremos hacer está presente una cuota de oposición que nos restringe. Solemos decir que la vida es imperfecta precisamente porque no todo sale como quisiéramos, porque nos enfermamos, porque no tenemos la riqueza que quisiéramos porque siempre necesitamos algo y la necesidad no es un estado confortable para nadie por ello, mientras haya necesidad sentiremos insuficiencia y vulnerabilidad lo que representa una clara oposición para alcanzar el estado de plenitud y gozo que todos quisiéramos.
Satán sería la identidad del mal, de todo lo que se opone a nuestro propósito de alcanzar la plenitud y el gozo. Las Escrituras Sagradas lo mencionan como a un sujeto, como un Ángel Caído del Cielo, otras, sin embargo, como a un “espía de Dios” que viene a “complicarnos la vida” no por “malvado” sino cumpliendo un propósito Divino, en fin, sea como fuere, suponer que la oposición que encontramos en esta vida hacia todo intento de alcanzar plenitud y gozo es resultado de la intervención de un sujeto es poco más que infantil y suena más parecido a esas creencias supersticiosas de antaño.
Nada tiene de malo creer que existe Satán como un sujeto maligno que goza de ejercer el mal sobre los hombres, pero si acaso queremos prosperar en la vida y darle el sentido que esta vida tiene dentro del Plan de Vida que nos hemos trazado antes de encarnar, entonces debemos comenzar por “razonar lo obvio”, por resetear todas esas ideas y creencias supersticiosas.
La adversidad, la oposición está presente no solo en la vida del ser humano sino que lo está en la vida en general. Miremos alrededor nuestro, los pájaros encuentran oposición y adversidad, los perros, los gatos; si observamos la vida salvaje tendremos una visión más clara de la oposición que cada animal encuentra en su andar por estos suelos. El León, cuando mata al Ñu. ¿es el “mal” encarnado, es un asesino? ¿los depredadores y carroñeros son inducidos por Satán? Miremos nuestra vida y comparémosla con la vida de los monos, de los leones, de los elefantes, de los caballos… ¿existen coincidencias? claro que sí! y muchas. Mucho de lo que nos pasa, de lo “malo” que nos pasa, es común a esos animales, encontramos las mismas adversidades, o parecidas. Luchamos por la supervivencia, por el territorio y los alimentos que de él se obtienen, competimos por el sexo, luchamos por conseguir un lugar en la jerarquía social (la manada) y en el intento de alcanzar estos tres objetivos encontramos oposición.
La oposición que encontramos es “la fuerza del mal”, es el enemigo que nos impide avanzar hacia nuestro objetivo. Pero esa fuerza opositora no es el mal en sí misma pues nosotros somos oposición de otros, nosotros encarnamos la adversidad para otras personas y seres vivos y eso no nos hace satánicos. No son el enemigo aquellos que se oponen a nuestro andar hacia la plenitud y el gozo, eso no los convierte en satánicos.
El mal y el bien, estas dos fuerzas convergentes en esta realidad, el Alfa y el Omega, la Luz y la Oscuridad, son el padre y la madre de la vida en este mundo, son los progenitores de esta realidad dimensional. Ambas fuerzas, además, son parte de la misma Consciencia Absoluta y Única que llamamos Dios. Satán y lo satánico es la representación de la fuerza del mal, de la oscuridad, del Omega, es decir, de la fuerza que se opone al Alfa, a la Luz. Considerando al Alfa como el Núcleo de la Consciencia Única Dios, la cual ejerce una fuerza de atracción hacia sí misma, lo que llamamos Evolución, el Omega, la Oscuridad sería la fuerza centrífuga que nos aleja de ese núcleo, lo que llamamos Involución.
Todo lo que se opone a la fuerza evolutiva que nos atrae hacia Alfa (Dios) es considerado como el “mal”, es lo que nos detiene, lo que nos corrompe, lo que nos aferra al suelo y nos impide elevarnos. Pero todo eso que representa la oposición no es malo en sí mismo sino que cumple su rol natural del mismo modo que lo hace el depredador cuando mata para alimentarse, no ha sido el depredador el que ha decidido serlo sino que responde a su naturaleza y, en tal caso, el “asesino” es el que creo a los depredadores… ¿La naturaleza animal es una naturaleza asesina dado que resuelve la vida de unos matando a otros? Todo animal se aferra a la vida siguiendo un patrón fundamental de obediencia a su naturaleza y a la decisión de quien lo creó y lo puso en el escenario para que desarrolle un rol. Si no temiéramos a la muerte no tendríamos tanto interés por la vida, si no doliera el hambre no pondríamos tanto interés en alimentarnos, etc.
Nuestro juicio acerca de qué es lo bueno y de qué es lo malo es sumamente subjetivo y relativo a la circunstancia, lo que es bueno en un momento puede ser lo malo en otro momento. Lo bueno y lo malo es solamente una idea en nuestra mente, es una conclusión a la que llegamos de acuerdo a nuestra capacidad para discernir lo que nos pasa y por qué nos pasa lo que nos pasa. Como el niño caprichoso que quiere ese juguete que su padre no le compra y por ello ve en el padre la oposición de su deseo y se enoja y lo agrede y destruye cuanto puede, así actuamos aún de adultos, culpando de maléfico, de satánico todo aquello que se opone a nuestro capricho.
Existe el mal cuando existe deseo de tener o de Ser, entonces el mal surge como la oposición a ese deseo y de ambas fuerzas encontradas surge la lucha, la adversidad. Cuando cesamos el deseo y liberamos la tensión que éste genera, cesa la oposición y el mal se diluye y comprendemos allí que el mal no existe como tal sino solo como la otra cara de la fuerza que ejercemos al desear. El “mal” es la resistencia que encuentra el que corre y advierte que a mayor velocidad mayor es la resistencia del aire… ¿Es que el aire se está moviendo en la dirección contraria oponiéndose a nuestro avance? No, claro que no, la densidad del aire surge de nuestro movimiento al correr y cuanto más rápido corremos más denso se hace el aire y más se “opone” a nuestro avance.
El mal no existe en sí mismo, es simplemente un efecto natural de esta dualidad, es un reflejo opuesto que sirve a los fines de contrastar cada acción para darle cualidad y dimensión. Satán, los Ángeles Caídos, etc. fabulas, parábolas, ilustraciones de una realidad que el hombre no era capaz de comprender aún y por ello nos fue revelada en forma de cuentos, de historias para que comprendamos el concepto. Del mismo modo que a un niño lo induces a un buen comportamiento no explicándole directamente el por qué sino persuadiéndolo y a veces utilizando el miedo y la amenaza.
Del mismo modo que un padre induce a su hijo pequeño al buen comportamiento persuadiéndolo a través de la amenaza de un castigo o a través de un premio, así también nosotros en nuestro desarrollo hemos sido persuadidos e inducidos al “buen comportamiento” a ese comportamiento que favorece el propósito de esta vida, de la vida de cada ser humano en su Plan de Evolución. El mundo es lo que debe ser porque así es como sirve al propósito por el cual es. Pero, el mundo es así y seguirá siendo así, mientras nosotros necesitemos que así sea, una vez que nosotros, dado nuestro desarrollo evolutivo, requiramos otra realidad para continuar el crecimiento, entonces el mundo tal cual es ya no será efectivo y por ello seremos conducidos a una nueva realidad, a un nuevo mundo.
En este momento, la humanidad ha alcanzado una masa crítica de sujetos que en su desarrollo evolutivo están requiriendo un nuevo escenario, un nuevo mundo. Entonces, los creadores de realidades, los “constructores” deben decidir si llevan a esa masa critica a un nuevo mundo o si crean ese nuevo mundo en este mismo planeta (por decirlo de un modo sencillo e ilustrativo). Esta decisión no nos compete, no deberíamos perder un solo segundo en tratar de entender de qué se trata y de qué depende lo que los Constructores decidan hacer. Lo que sí es nuestra competencia y en lo que debemos poner el enfoque es en decidir “de qué lado queremos estar”, del lado de la masa critica que está reclamando el mundo que le corresponde por nivel de consciencia o del lado de los que aún siguen cómodos en el mundo 3D.
Mientras sigamos jugando el juego del bien y del mal, de buenos y malos, mientras sigamos inmersos en la lucha y en la oposición, compitiendo por la supervivencia, por el sexo, por la jerarquía social, es decir, mientras sigamos siendo tan parecidos a tantos otros animales, no tendremos “derecho” a reclamar y recibir un nuevo mundo y por ende seguiremos viviendo en este mundo 3D ya sea en este planeta o en donde exista 3D. Esta es la decisión que debemos tomar hoy, estos son “los dos caminos” que se abren ante nosotros, uno es ancho y por el cual va la gran mayoría y el otro es angosto pero es el que lleva a la Vida. El que toma el camino ancho, el camino de la muerte, está muerto mientras camina, está muerto en vida pues no vive aún. El que toma el camino angosto, el de la Vida, ese es el que está naciendo de Agua y Espíritu pues es ese el Camino que lleva al Reino.
Habrá maldad siempre que haya oposición y hay oposición siempre que haya ambición y deseo, y habrá deseo y ambición siempre que haya necesidad. La necesidad es natural en nosotros, como lo es en todos los animales de este reino. Por ello, el mal no es un defecto sino el efecto de esta realidad, es parte de esta realidad, un aspecto fundamental y constitutivo. Cuando cese el deseo y la ambición cesará la lucha y desaparecerá el mal… Como esos niños peleando por el caramelo, su deseo de conseguir el caramelo, su ambición de ganar la pelea, su miedo a perder, todo ello produce la adversidad para ambos, cada uno crea y recrea la figura del enemigo del otro pero, cuando uno cede y renuncia al caramelo cesa la adversidad, se pone fin a la lucha y el mal no tiene escenario ni excusa.
Por ello, dijo el Maestro Jesús, “si te abofetean, ofrece la otra mejilla…” dicho de otro modo, no des excusa a la adversidad porque crearás un adversario, un opositor. Nosotros creamos la oposición del aire cuando corremos y cuanto más rápido más denso se hace pero al detenernos esa oposición cesa inmediatamente. Así funciona el “mal”, como un efecto residual, como un reflejo automático de nuestra acción en este mundo. Comprender el mundo es la tarea, entender cómo funciona esta realidad es el propósito por el cual encarnamos y atravesamos la experiencia en la “piel de un ser humano”.
Satán es la identidad que hemos construido del mal, del enemigo, del adversario. Satán es la cara de la adversidad, y así como necesitamos darle rostro al bien, a Dios, también necesitamos darle rostro al mal… porque nosotros mismos nos identificamos con un rostro, es nuestro lenguaje, nuestra manera de comunicarnos y relacionarnos con nosotros, con los otros y con la vida.
Vos puedes ser tu mejor aliado o tu peor enemigo, vos sos el que se opone a tu propósito de Ser, vos sos el que da entidad y poder a la necesidad y alimentas el deseo y la ambición y así construís adversidad pues luchas por lo que ambicionas y querés el caramelo tanto como lo quieren los demás. Así compones el bien y el mal pero, tan sencillo como querer es soltar, y cuando soltas la ambición y renuncias al deseo le quitas poder a la necesidad y cesa inmediatamente el poder del mal… no hay pleito, no hay enemigos, no hay opositores, no hay poder del mal y el pobre Satán tendrá que buscarse un nuevo empleo, un nuevo mundo al que ir a asustar a los niños para que tomen la sopa…
¿Existe Satán?, Satán existe tanto como existe Papa Noel… ¿Existe Papá Noel?
Saludos
Nicolás Niglia
Papá Noel sí existe, es un Maestro ascendido.
ResponderEliminarLeer : 2 de Corintios 4:4
mateo 4: 8,9
Juan 12: 31,40
Juan 16: 11.
1 de Corintios 10: 20.
Efesios 2: 2.
Efesios 6: 12.
1 de Juan 5: 19.
Apocalipsis 20: 2,3
Hechos 26: 18.
Y Jesucristo es: Colosenses 1: 15. Etc.,..... Etc.